Crea la Universidad programa para enfrentar riesgos epidemiológicos 

Ante la nueva realidad epidemiológica que se vive no sólo en nuestro país, sino también en el resto del planeta a raíz de la pandemia de la Covid-19, la UNAM creó el Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes (PUIREE), en sustitución del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS).

Los objetivos del PUIREE son: vigilar eventos epidemiológicos significativos para su alerta y análisis tempranos, realizar análisis permanentes de los riesgos en evolución, establecer alianzas para implementar respuestas preconcebidas tempranamente, difundir la importancia de la prevención y los estudios anticipatorios, y coordinar las actividades universitarias para una respuesta temprana en circunstancias de riesgo epidémico.

Poco después de que irrumpió la pandemia, se integró la Comisión Universitaria para la Atención del COVID-19, con el fin de establecer lineamientos y generar propuestas que permitieran mitigar los efectos de aquélla en la comunidad universitaria, así como para reflexionar acerca de sus implicaciones en nuestro país.

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La COP27, sin resultados que hagan la diferencia 

Las noticias sobre cambio climático son impactantes, catastróficas: 460 glaciares se derretirán, numerosas especies se extinguen, el aumento de la temperatura ya es irreversible y linda extremos insoportables en algunos sitios, las zonas costeras podrían desaparecer por el incremento del nivel oceánico, y la disponibilidad de agua potable cada vez resulta más escasa.

La Conferencia de la ONU contra el Cambio Climático (COP 27) se efectuó en Egipto del 6 al 18 de noviembre; ahí, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas buscaron nuevas medidas para aminorar los impactos del cambio climático ya existentes, y soluciones a fin de evitar daños adicionales a la Tierra.

Sin embargo, para Francisco Estrada Porrúa, miembro del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, la COP27 no ha logrado concretar nada fundamental. “Lo más importante era la parte de financiamiento, junto a la evaluación de pérdidas y daños, que es una manera de retribuir a a las naciones que no han contribuido mucho al cambio climático, en términos de sus emisiones de gases de efecto invernadero, pero están recibiendo los impactos y en el futuro los sentirán mucho peor, pues serán mucho mayores”.

El investigador explica que “estos mecanismos son como para compensar y tratar de ayudarles a enfrentarlo. El problema es que se han prometido recursos financieros en las conferencias anteriores para estos países, para adaptación y reducción de riesgo. Sin embargo, no acaba de ocurrir. Se prometen cantidades importantes de dinero y se quedan en promesas. En la COP27 no ha cambiado esto”.

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La crisis climática y la crisis de biodiversidad están íntimamente unidas 

Aunque durante muchos años la crisis climática y la crisis de la biodiversidad se han tratado como cuestiones separadas, la realidad -como se puso de manifiesto el miércoles en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27)- es que no hay ninguna vía viable para limitar el calentamiento global a 1,5 °C sin proteger y restaurar urgentemente la naturaleza.

«Hay que considerar ambas cosas en la misma longitud de onda, y no una por encima de la otra», dijo a Noticias ONU Elizabeth Mrema, secretaria ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU, el instrumento jurídico internacional para proteger la biodiversidad del planeta ratificado por 196 naciones.

El «Día de la Biodiversidad» en la COP27, que tiene lugar en Sharm el-Sheikh, se celebra apenas dos semanas antes de la reunión de alto nivel de los Estados Parte del Convenio en Montreal, cuyo objetivo es invertir la pérdida de biodiversidad. 

Cuatro de los principales artífices del Acuerdo de París, entre ellos la ex jefa de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres, han pedido oficialmente a los líderes mundiales llegar a un acuerdo global sobre biodiversidad «ambicioso y transformador» en esa reunión.

«Las agendas del clima y de la naturaleza están entrelazadas (…) Sólo si se toman medidas urgentes para detener y revertir la pérdida de la naturaleza en esta década, al tiempo que se siguen intensificando los esfuerzos para descarbonizar rápidamente nuestras economías, podemos esperar cumplir la promesa del Acuerdo de París», dijeron en un comunicado.

Ecosistemas y regulación del clima

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) explica que la pérdida de biodiversidad ya está teniendo importantes repercusiones en el cambio climático regional y mundial. 

Si bien los ecosistemas naturales desempeñan un papel importante en la regulación del clima y pueden ayudar a secuestrar y almacenar carbono, la pérdida de bosques, el drenaje de los humedales y otros tipos de degradación ambiental han contribuido significativamente al cambio climático

Según la agencia, los esfuerzos para reducir la deforestación y la degradación de los bosques y restaurar los ecosistemas, por ejemplo, podrían contribuir a reducir las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. 

«Si invertimos en la naturaleza y en las infraestructuras de la naturaleza, los bosques, los arrecifes de coral, los manglares, los bosques costeros, nos protegerán de las grandes tormentas, proporcionarán un hábitat para las especies y también almacenarán carbono”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas a Noticias ONU. 

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UNDRR y la OMM en la COP27: Ampliación de la alerta temprana y la acción temprana a través de la gestión integral de desastres y riesgos climáticos 

Sharm El-Sheikh, 11 de noviembre de 2022, Siguiendo el ambicioso plan para lograr «Advertencias tempranas para todos» en los próximos cinco años, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), en asociación con la Asociación de Acción Temprana de Información Sobre el Riesgo (REAP) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organizó un El evento se centró en factores habilitantes, incluida la reducción integrada del riesgo de desastres y la acción climática que harán realidad esta visión.

El plan «Advertencias tempranas para todos» requiere un esfuerzo total por parte de múltiples actores, partes interesadas e instituciones, ya que un enfoque integral de gestión de desastres y riesgos climáticos establece la base política para responsabilidades conjuntas y compartidas, incluidos vínculos más fuertes entre las instituciones y los procesos de planificación.»La alerta temprana es tanto una medida de adaptación como de reducción de riesgos y ninguna agencia posee todos los datos necesarios, puede activar todos los canales de comunicación o interactuar con todas las comunidades en riesgo», dijo Mami Mizutori, Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres y Jefa de la UNDRR, en su discurso de apertura. «La coordinación, por lo tanto, entre múltiples actores y sectores es clave. La gestión integral de riesgos proporciona a los países los mejores resultados posibles a través del análisis conjunto del riesgo climático y de desastres y la planificación integrada».

El evento llegó a abordar los desafíos que enfrentan los países vulnerables en desarrollo, como los pequeños Estados insulares en desarrollo, para abordar los impactos climáticos y construir resiliencia futura, y la coordinación a nivel nacional para abordar los desafíos. La discusión abordó cómo una comprensión compartida del riesgo puede informar la implementación coherente, incluidos los sistemas de alerta temprana, y cómo una base política integrada de gestión de desastres y riesgos climáticos puede ayudar a los países a gestionar mejor los riesgos climáticos y fortalecer los sistemas de alerta temprana.

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El derecho como instrumento para la reducción del riesgo de desastres 

Uno de los grandes pendientes para la reducción del riesgo de desastres en México es el papel del derecho en la gestión integral del riesgo. El enfoque jurídico mexicano sobre el daño y el desastre es esencialmente individualista; los daños asociados al desastre son un tema de responsabilidad civil extracontractual, ya sea del Estado o de algún particular, con efectos en una persona física o moral, quien tiene así, un interés jurídico sobre su propio daño. Sin embargo, el desastre es un fenómeno social, de gran escala y con efectos colectivos profundos, que son justamente sobre los que no tenemos herramientas para atender. En estas líneas reflexionaremos algunos aspectos de este tema.

Los sistemas jurídicos derivados del derecho continental conciben actualmente tres vías de abordaje de las consecuencias de los desastres. El primero de ellos es la responsabilidad patrimonial del Estado; éste está asociado al cumplimiento de las obligaciones de los Estados, derivadas de la incorporación del derecho constitucional basado en los derechos humanos, lo cual en principio obliga a los entes públicos a proteger la vida, los bienes y derechos específicos (por ejemplo, a la vivienda, al medio ambiente saludable, entre otros).

La segunda vía se relaciona a obligaciones adquiridas ante el daño que se materializa en contextos de desastre. Esto es particularmente relevante en los contratos de seguros, o bien, en ciertos contratos civiles y mercantiles, que pueden contener cláusulas asociadas a los derechos del acreedor o consumidor en caso de que se materialice un daño. Ejemplo de esto son algunos contratos de compraventa de inmuebles, que implican obligaciones entre las partes en caso de presentarse un daño.

La tercera vía se relaciona con una intervención solidaria del Estado, a través de los sistemas de ayudas públicas contemplados en la legislación para estos casos, que pueden ser extraordinarios (como los fondos de desastres y los bonos catastróficos contratados por los gobiernos nacionales o subnacionales para atender emergencias); u ordinarios, como los sistemas de bienestar y de protección social.

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COP27 Mejorar la comprensión del riesgo en contextos humanitarios y frágiles 

Una nueva iniciativa para mejorar la comprensión del clima y el riesgo de desastres en contextos humanitarios y frágiles, se anunció hoy en la COP27 en Egipto en un evento paralelo organizado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR).

La UNDRR está apoyando a los gobiernos y a las Naciones Unidas para reunir a los socios humanitarios y de desarrollo para analizar y abordar conjuntamente los factores de riesgo que afectarían a las operaciones de socorro y desarrollo.

Este trabajo se implementó por primera vez en Sudán del Sur y desde entonces se ha ampliado a Sudán, Níger, Somalia y Eswatini.

Hablando desde Juba, la Sra. Sarah Beysolow Nyanti, Representante Especial Adjunta del Secretario General de las Naciones Unidas ante la República de Sudán del Sur, dijo: «hay pocos otros países que realmente demuestren la interconexión y la naturaleza en cascada del riesgo como los que tenemos en Sudán del Sur, un país que ha sufrido un sufrimiento espantoso y el desplazamiento masivo debido a

Sra. Nyanti dijo al evento de la COP27 sobre «Comprender el riesgo en un clima cambiante» que «una estadística cruda lo dice todo. 8,3 millones de personas, casi el 75 % de la población de Sudán del Sur, no tienen suficientes alimentos para comer a diario, lo que demuestra la gravedad de la hambruna que es causada en parte por los choques climáticos a los que se enfrenta Sudán del Sur».

También destacó los sistemas de salud inadecuados del país frente a la pandemia de COVID-19, ya que expresó serias preocupaciones sobre la capacidad del país no solo para gestionar los eventos estacionales y los choques climáticos, sino también para gestionar mejor el riesgo general y evitar la creación de nuevos riesgos.

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Día mundial de la concienciación de Tsunamis 

En diciembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas, solicitó a su Oficina de Reducción de Riesgos de Desastres (UNDRR), que en colaboración con otras organizaciones, concediera las facilidades, para que a partir del 2016, se celebrase esta importante fecha, a fin de sensibilizar a la población sobre el riesgo causado por los Tsunamis.

La propuesta de crear este Día Mundial fue originalmente de Japón, debido a su repetida experiencia de ese país para afrontar tsunamis, lo que les ha llevado a lo largo de los años a mejorar la capacidad de respuesta con sistemas de alerta temprana de tsunamis. En los últimos 100 años, 58 de ellos han cobrado más de 260,000 vidas o un promedio de 4,600 por desastre, superando a cualquier otro riesgo natural.

Es por ese motivo que es de suma importancia las alertas y la acción temprana que serán las herramientas eficaces para proteger a las personas, salvar vidas y evitar que la amenaza se convierta en un desastre. Para ser eficaces, los sistemas de alerta temprana de tsunamis deben abarcar a todas las personas en riesgo, deben ser multiamenaza y las comunidades deben estar preparadas para poder actuar con rapidez.

¿Cuales son los Objetivos?

• La resolución de la ONU llama a la observancia de todos los países, organizaciones de la ONU, otros organismos internacionales y regionales, y sociedad civil para presenciar el día; solicita a UNDRR que facilite esta conmemoración 

• Concientizar sobre los tsunamis y compartir enfoques innovadores para reducir los riesgos de tsunami. 

• Destacar la contribución del Marco de Sendai a la reducción de la mortalidad mundial por desastres. 

• Reafirmar la interrelación entre la reducción del riesgo de desastres y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.


¿Qué es un tsunami?

La palabra «tsunami» (o tsunami) está formada por las palabras japonesas «tsu» (puerto) y «nami» (ola). Un tsunami es una serie de olas gigantescas que se producen por una perturbación bajo el agua, por lo general, asociada con los terremotos que ocurren en el fondo del océano o cerca de él.

Las erupciones volcánicas, los deslizamientos de tierras submarinas y las desprendimientos de rocas costeras también pueden generar un tsunami, al igual que el impacto de un gran meteorito en el océano. Los tsunamis se originan a partir de un movimiento vertical del fondo marino, con el consiguiente desplazamiento de la masa de agua.

Aumento de los Riesgos-WMO

En los últimos 50 años se han registrado más de 11 000 desastres relacionados con el tiempo, el clima y el agua, que han provocado algo más de 2 millones de muertes y pérdidas económicas por valor de 3,64 billones de dólares de los Estados Unidos. Esto supone una media mundial diaria de 115 muertes y 202 millones de dólares en concepto de pérdidas económicas.

Según el Atlas de la OMM sobre mortalidad y pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos (1970–2019), el número de desastres se quintuplicó entre 1970 y 2019. Las pérdidas económicas han aumentado aún más, multiplicándose por siete.

No obstante, gracias al perfeccionamiento de los sistemas de alerta temprana y las estrategias de reducción del riesgo de desastres, el número de muertes es casi tres veces menor desde 1970.

Las sequías se han cobrado el mayor número de vidas en los últimos 50 años, especialmente en África. Se calcula que en 1983 hubo 450 000 muertes relacionadas con la sequía en Etiopía y el Sudán. Las tormentas ocupan el segundo lugar en cuanto a mayor número de víctimas, especialmente en Asia (un ciclón tropical mató a 300 000 personas en Bangladesh en 1970 y a otras 140 000 en 1991).

Por desgracia, los pobres son los más afectados. Aproximadamente nueve de cada diez muertes se producen en los países en desarrollo.

Los ciclones tropicales son los que más daños económicos han causado en los últimos 50 años, seguidos de las crecidas. El huracán Katrina, que azotó los Estados Unidos en 2005, fue el desastre más costoso, con unas pérdidas que ascendieron a la asombrosa cifra de 163 610 millones de dólares. Los siguientes tres desastres más costosos se produjeron en su totalidad en 2017 (huracanes Harvey, María e Irma).

Con demasiada frecuencia, nos enfrentamos a múltiples peligros simultáneos cuyos impactos en cascada afectan a la infraestructura, la agricultura, el transporte, la energía y los sistemas sanitarios.

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Cambio climático: Los países son incapaces de doblegar la curva de las emisiones: el CO2 y el metano marcan un récord histórico 

Aunque la agencia de la ONU para el cambio climático ha observado una reducción del aumento de las proyecciones de las emisiones de gases de efecto invernadero en el futuro, esa rebaja es totalmente insuficiente para mantener el calentamiento global producido por el cambio climático en el nivel menos catastrófico.

Dos informes de las agencia de la ONU muestran las dos caras de la moneda de los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático. El anverso son las concentraciones de carbono y del metano, que han vuelto a batir un récord histórico en 2021. El reverso, la incapacidad de los países para reducirlas lo suficiente y evitar los efectos más catastróficos de la crisis climática.

En el informe publicado por la Secretaría de la Convención Marco sobre el Cambio Climático, también conocida como la Agencia de la ONU para el Cambio Climático (UNFCC, por sus siglas en inglés), se indica que, de manera general, los países están empezando a rebajar la curva de las proyecciones de las  emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en el futuro, aunque sin lograr todavía una reducción verdadera.

Por ese motivo, el documento destaca que tales esfuerzos siguen siendo insuficientes para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados a finales de siglo, tal y como se acordó en el Acuerdo de País y el límite para que el impacto del calentamiento global sea el mínimo posible.

De hecho, según los datos de esta agencia de la ONU, los compromisos climáticos combinados de los 193 Estados que firmaron el Acuerdo de París están situando al planeta en camino para que la temperatura media de la Tierra sea unos 2,5 grados centígrados para finales de siglo, un aumento que traerá consecuencias catastróficas para la vida en la Tierra, según los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

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Cambio climático; niveles récord de emisiones; represión en Irán; deportaciones a Myanmar… 

El mundo aún está lejos de la reducción necesaria de emisiones para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5º C. Los niveles atmosféricos de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso alcanzaron máximos históricos en 2021. Un grupo de expertos pide investigar los abusos cometidos durante la manifestaciones en Irán. El Alto Comisionado insta a detener las deportaciones a Myanmar.

Un nuevo informe de ONU Cambio Climático advirtió este miércoles que si bien los países están disminuyendo las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, los esfuerzos son insuficientes para limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5ºC para finales de siglo.

Las proyecciones muestran que la suma de las promesas climáticas de las 193 Partes del Acuerdo de París resultaría en un incremento de 2,5ºC para la fecha objetivo.

Además, los compromisos actuales aumentarán las emisiones en un 10,6 % para 2030, en comparación con los niveles de 2010 y aunque éstas no subirían después de 2030, no alcanzan la reducción necesaria según la ciencia.

El secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell dijo que el mundo todavía no se acerca a la escala y el ritmo de las reducciones que hacen falta para colocarse en la vía correcta hacia el límite de 1,5º C de aumento en la temperatura. “Para mantener vivo este objetivo, los gobiernos deben reforzar sus planes de acción climática ahora y aplicarlos en los próximos ocho años”, enfatizó.

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